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Historia
 

 Un poco de historia

 

Las excavaciones arqueológicas han puesto de manifiesto que la existencia de vida humana en el término de Herrera de Pisuerga se remonta a los tiempos prehistóricos. En efecto, los restos arqueológicos más antiguos hallados en el yacimiento de Herrera son materiales de piedra atribuibles al paleolítico. 

Mayor número de materiales está proporcionando el yacimiento romano. La permanencia durante unos 60 años (del 20 a. C. al 40 d. C., aproximadamente) en el solar de Herrera de la Legio IIII Macedónica supone la presencia de unas 10.000 personas. El asentamiento tendrá el nombre de Pisoraca y en él se levantarán edificios propios de un campamento militar: viviendas confortables para los mandos, recintos para la tropa, locales comerciales y centros industriales (alfares, núcleos de fabricación de útiles de hueso...), cuadras y galpones para el ganado, etc. 
 
De entre los materiales aportados por el yacimiento es importante la cerámica, dentro de la cual destaca por la calidad de la materia prima empleada y por la riqueza de la ornamentación la variedad denominada "Terra Sigillata". En la "Sigillata" de Herrera destacan las piezas fabricadas por un alfarero militar que trabajaba en Pisoraca: Terencio; en este tipo de cerámica hay vasos decorados y lisos, skyphos, jarras y copas creados en las variedades de itálica, gálica e hispánica. 

Mención aparte merece la "Tessera hospitalis" que es una lámina de bronce recortada en forma de jabalí con una longitud máxima de 125 mm. y una altura máxima de 65 mm. El grosor medio es de 1 mm. y su peso de 75 gramos. Presenta dos pequeños orificios que podrían servir para fijar o colgar la pieza. Lleva dos inscripciones en latín, una en el anverso y otra en el reverso, en las que se establece un pacto de hospitalidad entre la ciudad de los Maggavienses y un particular, Amparamus, a quien se otorga la ciudadanía honoraria. La relación establecida supone el préstamo de unos servicios mutuos entre un hombre de un estamento superior y unos plebeyos. 

romano

Por lo que se refiere a la etapa visigoda, a principios de este siglo se excavó una casa, la basílica y la necrópolis. En total se exhumaron 52 tumbas en las que destacan  los ricos ornamentos con que se enterraba a las mujeres, entre los que podemos mencionar fíbulas de bronce y hebillas rectangulares que sujetaban la túnica, así como objetos propios del ajuar femenino como collares, pendientes, brazaletes y sortijas. 

Durante la Edad Media la villa de Herrera se conforma como un típico "burgo" medieval. El casco urbano está cercado por una muralla que se abre al exterior con cuatro puertas: de Prado, de Aguilar, de Santa María y Puerta Nueva. La vida religiosa gira en torno a dos iglesias: la de Nuestra Señora de Burejo y la dedicada a Santa Ana. La vida económica de la población se desarrolla a través de la agricultura y de las actividades artesanales; dos ferias anuales jalonan la actividad mercantil: la de San Zenón al comienzo del verano y la de Todos los Santos al principio del invierno. Una aljama de moderadas dimensiones completa el entramado social. 
 
CarlosVTras depender de diversos señores, la villa de Herrera, por real concesión de Juan I de Castilla pasa a ser señorío de la familia Fernández de Velasco desde 1379; a partir de entonces y hasta el siglo XIX los sucesivos duques de Frías serán los señores de Herrera de Pisuerga. Debido al influjo de esta familia se funda un convento franciscano a finales del siglo XV. 

En la Edad Moderna son dignas de mención las dos estancias de Carlos V en Herrera, una el 28 de Octubre de 1517 y otra el 31 de Julio de 1522. La vida de la población se sigue desarrollando en torno a la agricultura y a las actividades artesanales y se empieza a detectar ya la existencia de una incipiente industria derivada de los dos cauces fluviales y puesta de manifiesto en la actividad desarrollada por dos molinos harineros y un pisón, todos ellos de titularidad municipal. 

Aparte de esto se sabe que en el siglo XVII había varios telares en Herrera de Pisuerga en los que se confeccionaban "burieles", una modalidad de tejido basto, que eran vendidos en la villa por los mercaderes de paños. 
Posteriormente la vida en la villa se desarrolló sin grandes incidencias. Un hecho importante tendrá lugar a finales del siglo XVIII cuando, fruto de la puesta en práctica del ideario ilustrado, se comience a construir el Canal de Castilla. Por esos años en Herrera residen personas como el coronel Juan de Homar, que impulsaría la creación de una Sociedad Económica de Amigos del País pensada para reavivar la actividad económica de Herrera y su comarca. Durante los años de la Guerra de la Independencia tropas francesas invadieron la villa en 1808 y 1812. 

La desamortización de 1836 supondrá el principio del fin del convento franciscano de San Bernardino del cual hoy sólo quedan las tapias. A mediados del siglo XIX el Canal de Castilla favorece la existencia en Herrera de algunas fábricas de harinas y del consiguiente comercio de granos; en este sentido, los ecos del motín del pan de 1851 llegaron a Herrera causando el temor de harineros y almacenistas de granos. Con la instalación del ferrocarril, cuyas líneas se tendieron en 1862, empezarían a sentirse los primeros síntomas de la llegada de los tiempos modernos. En los inicios del nuevo siglo, en concreto el año 1902, por un decreto de la reina regente María Cristina, se otorga a Herrera de Pisuerga el título de Ciudad. 

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